Si alguna vez le recomendaste a un amigo trabajar en el mismo lugar que vos, tenemos un primer indicio sobre tu bienestar laboral. Claro que el motivo de la recomendación podría ser que “pagan bien” pero muchas veces esta no es la única razón ni la más importante por la que preferimos trabajar en una u otra compañía.
La felicidad de ser parte de una empresa feliz
Si bien la contraprestación económica define una relación laboral, un trabajo es sobre todo una experiencia vital. Donde además de cumplir metas profesionales, nos emocionamos, compartimos historias, nos equivocamos, creamos y nos exponemos como personas íntegras, con nuestros valores y creencias particulares. Así, cuanto más nos identifiquemos con la propuesta de valor de la empresa donde trabajamos, mejor nos vamos a sentir, lo que ciertamente es otro indicio de felicidad.
“¿Sabés que lindo que reconozcan tus ideas? ¿Qué valoren lo que aportás para la compañía? No lo dudes más. Venite a trabajar acá”. Los mejores embajadores de marca somos las personas que vivimos el día a día en las compañías. Y si en mi empresa respiro felicidad, no voy a tener ninguna duda en recomendarla a otras personas con las que comparto otros grupos de pertenencia: integrante de mi familia, amigos, compañeros de la facultad o el posgrado. Definitivamente, hay pocas pruebas más fehacientes que la experiencia propia para construir marca empleadora.
En este sentido, la gestión de la felicidad debe ser prioritaria en el radar de los líderes. Incluso, hace tiempo que ya se está hablando de un nuevo perfil: los “gefes” o gestores de felicidad. Expertos en inteligencia emocional, que conocen profundamente a los miembros de su equipo y saben cómo potenciar lo que cada uno trae consigo: sus intereses más auténticos.
Por eso, antes de empezar a delinear las estrategias para fortalecer tu marca empleadora, una buena alternativa es sondear las expectativas y percepciones de las personas que conforman el motor de tu compañía. ¿Cuándo empezamos?…
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