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‘Adopción de tecnología’ Category

Escrito por Marcela Boragina

La comunicación interna ya no se mide solo por la eficacia de los canales o la cantidad de mensajes producidos. Los datos muestran que cuando la comunicación articula estrategia, cultura y desarrollo organizacional se convierte en un factor crítico para gestionar transformaciones, moldear y sostener la experiencia de las personas conectando valores con prácticas concretas.

Hace 25 años, cuando abrimos las puertas de ABCOM, la comunicación interna era sobre todo descendente e informativa. Mensajes de la dirección hacia los equipos: una revista, un mail, un bonito recuadro definiendo nuestra misión, visión y valores.

Ese modelo cumplió un ciclo.

Hoy, los comunicadores sabemos que la escucha activa es poder y que los espacios de diálogo no son cosméticos ni complementarios: son el corazón de la estrategia. Allí se anticipa la resistencia, se revelan las tensiones y se gestan las soluciones que fortalecen una determinada visión sobre el hacer.

Los datos así lo indican: los temas más comunicados ya no son solo cultura y pertenencia. El foco se desplazó hacia el alineamiento estratégico: hoy, la comunicación interna tiene la responsabilidad de aclarar qué rumbo sigue la organización y cómo cada persona aporta a ese camino.

La comunicación interna ya no se trata únicamente de transmitir información, sino de gestionar la incertidumbre y diseñar experiencias que mantengan la cohesión en medio del movimiento.

Un desafío constante: conectar el propósito corporativo con la acción cotidiana de los equipos

Aunque la mayoría de las áreas de comunicación son consciente de la importancia de comunicar activamente el propósito organizacional y prioriza dicho objetivo, aún existe una gran brecha entre lo que se busca y lo que efectivamente se logra. Sabemos que es algo crítico, sin embargo, pocos logran llevarlo a la práctica de manera convincente y constante.

¿Por qué cuesta tanto traducir el propósito? Porque no alcanza con generar más discursos, y porque en contextos de cambio permanente (como reestructuraciones, transformaciones productivas, o fusiones) el rumbo se desdibuja y las personas acumulan fatiga de cambio, mientras que los líderes acumulan una centralidad que acarrea inseguridades y falta de habilidad.

No se trata de repetir valores incansablemente, sino de traducirlos en experiencias cotidianas: decisiones, reconocimientos, conversaciones y prácticas que permiten que las personas vean cómo contribuyen al propósito corporativo.

En estos escenarios complejos, confiar en un solo proceso para impulsar el desempeño humano es irreal. La comunicación interna, entonces, se vuelve decisiva cuando logra que los equipos comprendan cómo su trabajo diario impacta tanto en los resultados de negocio como en el bienestar colectivo.

Ni muy muy, ni tan tan: buscar solo el resultado nos convierte en algoritmos; pero liderar solo por las personas es sobreprotección. La clave está en integrar ambos planos, y la comunicación interna es el canal que lo hace posible. La stagility —la capacidad de sostener la estabilidad para las personas y la agilidad para la organización— se convierte así en una pieza estratégica para que la cultura funcione como brújula y no como espejo.

No se trata de repetir valores incansablemente, sino de traducirlos en experiencias cotidianas: decisiones, rituales, reconocimientos, conversaciones y prácticas que permiten que las personas vean cómo contribuyen al propósito corporativo.

Comunicación interna y gestión del cambio para la supervivencia organizacional

Integrar gestión del cambio a la comunicación interna ya no es un lujo metodológico: es supervivencia organizacional. Sin comunicación clara, los cambios fracasan; y sin confianza ni convicción, ningún cambio se sostiene. La capacidad de las organizaciones de transformar la incertidumbre en una narrativa compartida requiere pensar en tres dimensiones: el trabajo (¿Se está haciendo el trabajo correcto, de la mejor manera posible?), las personas (¿Contamos con las personas adecuadas para ese trabajo? ¿Cómo las desarrollamos, motivamos y apoyamos?), y la cultura (¿Tenemos la estructura, los procesos y la cultura que habilitan ese desempeño sostenido?).

En un mundo donde los cambios no esperan, nuestro rol como comunicadores es ayudar a que cada persona encuentre su lugar en la historia que la organización está escribiendo. Ahí está la clave: que el propósito deje de ser un discurso y se viva como experiencia compartida. Porque, al final, eso es lo único que construye confianza y cohesión de verdad en el mediano y largo plazo.

En estos #25años lo vimos mil veces: los canales cambian, las herramientas se transforman, las metodologías se reinventan… pero lo esencial sigue igual: la comunicación es la que le da sentido a la acción colectiva.

Escrito por Marcela Boragina

En ABCOM sabemos que el talento y la experiencia no tienen ni edad ni fecha de vencimiento. Sin embargo, son cada vez más los desafíos que trae el mundo laboral: el avance acelerado de la tecnología, la necesidad de actualizarse constantemente y los prejuicios que aún persisten sobre la edad a la hora de buscar nuevas oportunidades.

En esta nueva edición, conversamos con Mariana De Fazio, Directora Ejecutiva de Diagonal Asociación Civil, y Adrián Barreto, Coordinador de Alianzas Corporativas e Institucionales, sobre el desarrollo de DIAGUI, un asistente virtual de Inteligencia Artificial creado por la Asociación con el objetivo de acompañar a personas +45 en procesos de reinvención laboral que nos invita a reflexionar sobre la intersección entre la tecnología, la experiencia humana y las necesidades cambiantes del mercado laboral y la sociedad.

La reinvención laboral: una necesidad estructural

Es un hecho: Vivimos más, nacen menos personas y los sistemas productivos necesitan adaptarse. En Argentina hay más de 11 millones de personas mayores de 50 años, y se proyecta que para 2050, 1 de cada 3 personas en el mundo tendrá más de 50. Pero, ¿Qué significa esto? Que estamos ante una verdadera revolución demográfica y el modelo tradicional de empleo ya no alcanza.

En esta linea, la creación de DIAGUI supo detectar algo clave: muchas de estas personas no quieren jubilarse del todo, ni “reinventarse” como una imposición, sino encontrar formas de seguir aportando valor.

¿Qué es DIAGUI y cómo funciona?

DIAGUI es un asistente virtual basado en inteligencia artificial generativa, pensado para acompañar de forma personalizada e integral a las personas +45 en su camino hacia la reconversión profesional.

No busca impactar con tecnicismos. Su diferencial está en la empatía, la contención emocional y la escucha activa, replicando la experiencia del acompañamiento humano que Diagonal brindó durante décadas de forma presencial, y que hoy puede amplificar gracias a esta tecnología. Algunas tareas clave incluyen:

  • Ayuda a tomar decisiones
  • Propone caminos posibles según cada perfil
  • Aprende con cada conversación

“No se trató solo de alimentar un sistema con datos, sino de enseñarle a conversar con sensibilidad y propósito” — Mariana De Fazio.

Diagui fue entrenada a través de un proceso que combinó tanto la experticia humana como el aspecto tecnológico. Tomando como base los 24 años de historia y experiencia acumulada de Diagonal trabajando con personas mayores de 45 años, Diagui además aprende de cada interacción. Cuanta más gente la use, más se entrena y más inteligente se vuelve en relación a su entrenamiento y base de datos.

Algunos elementos claves de su entrenamiento:

  1. Recopilación de conocimiento y experiencia de Diagonal: toda la información, documentos, errores, aprendizajes y experiencias de Diagonal a lo largo de más de dos décadas de trabajo con personas +45.
  2. Diseño de contenido empático: A partir de esta recopilación, se diseñaron guías de conversación, contenidos y recursos pensados específicamente para acompañar la reinvención laboral con empatía, respeto y un enfoque práctico orientado a la acción.
  3. Adaptación para la IA: El contenido fue integrado y adaptado para que la inteligencia artificial pudiera interpretarlo y responder en un tono cercano, empático y simple.
  4. Entrenamiento contra sesgos: Diagui fue diseñada para acompañar sin prejuicios y derribar los sesgos sobre la población Silver, centrándose en la experiencia, el camino y lo que cada persona disfruta.

La cocina del proyecto y los primeros aprendizajes

El desarrollo de Diagui fue un trabajo de casi un año impulsado por la visión de Luis Aragon, quien tuvo la idea y la persistencia para llevarla a cabo, y un equipo pequeño pero muy apasionado, que en asociación con Wingu, una organización especializada en el desarrollo de tecnología con impacto social, generaron sinergia para conectar lo mejor de los dos mundos: del conocimiento y la experiencia humana a la herramienta digitalizada.

En su desarrollo se utilizaron dos inteligencias artificiales principales: Cloud y Antropic. Antes de su lanzamiento oficial el 11 de junio, Diagui pasó por una prueba piloto con la comunidad de Diagonal, donde entre 80 y 100 personas la utilizaron a modo de prueba durante varios meses. Las mejoras se lograron con la retroalimentación de esta comunidad, aunque el proyecto se encuentra en una fase beta constante, aprendiendo permanentemente.

En apenas un mes, Diagui ya superó los 1000 registros y mantiene entre 750-800 conversaciones activas. Muchos usuarios expresan sentir que hablaban con alguien real, especialmente quienes nunca habían usado IA, demostrando que uno de los mayores aportes de Diagui tiene que ver con reducir la brecha digital y mostrar que la tecnología también puede adaptarse a quienes menos representación tienen en el discurso tech.

Además, Diagui brinda a Diagonal insights valiosos sobre lo que la Generación Silver busca y necesita, aportando inteligencia social para empresas que quieren sumar inclusión generacional a su estrategia.

“Es un hito del tercer sector. Una herramienta con impacto real, desarrollada desde la sociedad civil, con propósito y visión de largo plazo» – Adrián Barreto

Más que volver al empleo: reinventarse con autonomía y determinación

A medida que el empleo tradicional se transforma, crece el autoempleo y la necesidad de encontrar herramientas que ayuden a diseñar nuevos caminos, Diagui se posiciona no solo como un recurso para buscar trabajo, sino como una herramienta de autoconocimiento para emprender, reinventar un oficio o reconectar con nuestro propósito.

Entre las primeras experiencias recolectadas, hay muchos insights valiosos: muchas personas encuentran en Diagui un espacio para expresar frustración, miedo o bloqueo. Les permite organizar ideas, retomar proyectos o destrabar decisiones. En especial las mujeres, quienes enfrentan mayores barreras vinculadas al género: mayores tareas de cuidado, menos tiempo para la reinvención.

Un puente hacia nuevas oportunidades y horizontes

Diagui es más que una herramienta: es una clara demostración de cómo la tecnología e innovación puede contribuir a que una organización se adapte para seguir cumpliendo su propósito social. Y también un claro ejemplo de cómo la inteligencia artificial puede ser entrenada de una manera humana y empática.

En definitiva, Diagui nos propone una respuesta innovadora y empática a una revolución demográfica y laboral ineludible de la que es necesario hablar.

👉 Accedé a Diagui desde acá y contanos en comentarios cómo fue tu experiencia!

En un mercado laboral que predica la innovación como valor, el edadismo opera como una de las formas más sutiles —y más costosas— de discriminación. Cada vez que una organización descarta a una persona por su edad, no solo perpetúa un prejuicio. También pierde algo mucho más valioso: inteligencia organizacional.

Innovar no debería ser solo un slogan ni un sinónimo de juventud o de herramientas técnicas de moda. Innovar, en su sentido más profundo, es la capacidad de adaptarse, de aprender, de construir soluciones nuevas a problemas complejos. Competencias que, lejos de concentrarse en una franja etaria, muchas veces se encuentran más sólidas en perfiles +45: visión estratégica, gestión emocional, resiliencia, y una comprensión profunda de los contextos.

Desde ABCOM acompañamos a la Diagonal Asociación Civil y Fundación IRSA en el Observatorio de Empleabilidad de Personas +45, un proyecto que puso en evidencia una paradoja inquietante: mientras muchas organizaciones declaran querer experiencia, compromiso y perspectiva, sus procesos de selección invisibilizan o descartan sistemáticamente a quienes pueden aportar justamente eso.

¿La consecuencia? No solo se priva a las personas +45 de oportunidades laborales justas, sino que se empobrece la cultura organizacional. Las barreras visibles —y, sobre todo, las invisibles— terminan erosionando la diversidad real de pensamiento, afectando la innovación genuina que las empresas dicen buscar.

Porque innovar no es incorporar herramientas nuevas: es integrar miradas diversas. Es pensar de forma distinta: construir desde la experiencia, no a pesar de ella.

Lo que las organizaciones están perdiendo

Las personas +45 no son un recurso difícil de ubicar. Son, muchas veces, las más preparadas para gestionar los desafíos de hoy:

  • Predisposición e interés por adaptarse al cambio.
  • Visión sistémica en tiempos de incertidumbre.
  • Capacidad de aprendizaje continuo.
  • Liderazgo con empatía intergeneracional.
  • Gestión emocional ante la presión.

En un contexto donde construir culturas organizacionales sólidas y resilientes es más urgente que nunca, ignorar estos activos es un error estratégico que las empresas no pueden seguir cometiendo. Y por el contrario, no acompañar a estos perfiles con capacitaciones que interpreten la necesidad de consolidar estas competencias se vuelve un error cada vez más recurrente y difícil de revertir.

¿Cómo cambiar esta realidad?

No alcanza con evitar la discriminación para construir culturas organizacionales verdaderamente innovadoras. Es necesario redefinir, de manera consciente y estratégica, qué entendemos por talento, desarrollo y potencial.

  • Reformular el concepto de desarrollo organizacional para que se adapte a la realidad y no a una idea. Para eso, es necesario asumir que el verdadero potencial no depende necesariamente de la edad cronológica, sino de competencias únicas que se identifican a partir de un buen reconocimiento de la realidad organizacional.
  • Revisar los procesos de selección para eliminar sesgos etarios explícitos e implícitos, tanto en las prácticas humanas como en los algoritmos que median las búsquedas laborales.
  • Sensibilizar y capacitar continuamente a líderes y equipos de selección sobre los sesgos inconscientes asociados a la edad y la visión estratégica de crecimiento de la organización, promoviendo evaluaciones basadas en competencias y trayectorias significativas para su propio desarrollo.
  • Fomentar la creación de equipos multigeneracionales no como un gesto de diversidad simbólica, sino como una estrategia clave para la innovación auténtica y el fortalecimiento organizacional.
  • Medir el impacto de la diversidad etaria en los resultados de negocio, integrándola como un activo estratégico en los tableros de gestión y transformación cultural.

La inclusión generacional no es una política de responsabilidad social: es una ventaja competitiva en un entorno donde la innovación real depende de la riqueza de miradas y experiencias.

¿Estás desaprovechando tu mejor recurso humano?

En ABCOM, llevamos más de 25 años ayudando a empresas a revertir sesgos con acciones concretas. ¿Cómo lo hacemos?

  • Diseñamos estrategias de Marca Empleadora inclusivas, que destacan el valor de cada talento, independientemente de su edad.
  • Creamos Propuestas de Valor diferenciadoras para captar perfiles +45 y mejorar su retención.
  • Potenciamos redes de embajadores que inspiran desde la experiencia.
  • Generamos acciones de comunicación para visibilizar el valor del desarrollo personal y de carrera.

Agendá hoy una consultoría gratuita y empezá a atraer el talento que otros aún no saben valorar.

Las organizaciones argentinas están atravesando un nuevo momento en relación con los espacios de trabajo. Tras varios años de virtualidad forzada, muchas volvieron —casi sin escalas— a esquemas de presencialidad plena. Pero el interrogante es inevitable: ¿qué motiva esa vuelta? ¿Una necesidad genuina o una pulsión por recuperar el control? ¿Una decisión estratégica o una construcción ideológica sobre lo que significa “ser productivos”?

ABCOM tiene nuevas oficinas. Y aunque el cambio de espacio podría parecer apenas un dato interno, decidimos convertirlo en una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de pensar cómo y para qué trabajamos, cómo nos encontramos, cómo convivimos.

A partir de esta transformación, conversamos con Mariela Rodríguez Ponte, socia y COO de ABCOM, y Laura De Robertis, Directora de Cuentas de ABCOM, sobre el sentido de los espacios de trabajo y las tensiones que atraviesan hoy a las organizaciones. ¿Qué motiva realmente el regreso a la presencialidad? ¿Cómo se piensan —y se comunican— las decisiones que impactan en la vida laboral de las personas? ¿Qué tendencias están marcando el rumbo en este 2025?

El trabajo ya no entra en las viejas formas

Volver a la oficina no tiene, en sí mismo, ningún valor si no responde a una lógica de sentido. La presencialidad solo suma cuando se diseña para potenciar aquello que no se puede lograr en la virtualidad: el encuentro, la conversación espontánea, la construcción de confianza, la escucha activa. Pero pretender trasladar la rutina de la computadora a un escritorio compartido sólo porque sí es ineficiente, costoso y, muchas veces, contraproducente.

“La presencialidad no es mejor ni peor: es distinta. Sirve para cosas distintas. El problema aparece cuando se impone sin pensar. Ahí se pierde productividad, se erosiona el compromiso y se tensionan los vínculos”

Mariela Rodríguez Ponte

Desde ABCOM creemos en un modelo de trabajo híbrido desde siempre, diseñado desde una visión clara: combinar lo mejor de ambos mundos para generar valor, tanto para las personas como para el negocio. No es una fórmula mágica, es una práctica que se construye desde el criterio.

Lo que está en juego no es un escritorio: es una visión

Detrás de cada política de presencialidad hay una concepción del trabajo. Algunas organizaciones volvieron a poner el foco exclusivamente en los resultados medibles, la productividad inmediata, la lógica de “estar para que te vean”. Otras, en cambio, están pensando en esquemas más inteligentes, en los que la presencialidad se convierte en una herramienta al servicio de la colaboración y la experiencia laboral.

En ese juego también se pone en tensión la cultura organizacional. Porque imponer cuatro días de oficina por semana, sin considerar las trayectorias de vida de las personas, puede afectar la atracción y retención de talento. Y porque no alcanza con tener oficinas “lindas” si el modelo de trabajo detrás sigue siendo rígido y unidireccional.

Diseñar el espacio desde la experiencia

La transformación del espacio físico en ABCOM fue, ante todo, una decisión práctica: necesitábamos un lugar más cómodo, donde pudiéramos trabajar juntos sin que nadie quedara afuera. Pero también fue una oportunidad para reafirmar nuestra visión sobre el trabajo.

“La idea no fue hacer una oficina linda, sino una oficina que sirviera para lo que hacemos: para reunirnos, para pensar, para tener un brainstorming sin molestar al de al lado. Si no hay un sentido claro, por más que la oficina sea divina, nadie tiene ganas de venir”.

Laura de Robertis

Además, como toda mudanza, implicó diseñar una estrategia de comunicación que acompañara el proceso sin saturar. Lo hicimos como trabajamos: con humor, con ideas colaborativas, sin exagerar ni disfrazar las cosas. Una campaña breve, interna y sencilla, que buscó generar entusiasmo sin grandilocuencias. Porque si hay algo que tenemos en claro en ABCOM es cómo nos sale mejor trabajar. Y cuando tenés una visión compartida, la mejor comunicación es la más simple.

Si bien no fue un cambio radical (seguimos con un esquema híbrido) sumamos una segunda jornada presencial por mes. Y eso, aunque parezca menor, generó resistencia. Sobre todo en quienes viven más lejos. Por eso fue importante poder explicar bien el para qué. Si no hay un sentido claro, por más que la oficina sea divina, nadie tiene ganas de venir.

Una pregunta que vale la pena hacerse

Volver a la oficina no debería ser una reacción automática, ni una réplica de mandatos previos. Debería ser el resultado de una reflexión compartida: ¿qué tipo de experiencia queremos generar en nuestros espacios de trabajo? ¿Qué rol cumple la presencialidad en nuestra propuesta de valor como empleadores? ¿Qué visión del trabajo estamos construyendo y comunicando?

En ABCOM, acompañamos a organizaciones que buscan responder estas preguntas con criterio, coherencia y perspectiva humana. Sabemos que no hay una receta única, pero sí hay decisiones que se pueden tomar con más sentido para construir una propuesta de valor real y atractiva para el talento que buscás atraer y retener.

 ¿Estás atravesando un cambio en tu espacio de trabajo o repensando tu modelo de operaciones? Podemos ayudarte a construir una estrategia comunicacional alineada con tu cultura y tus objetivos. Escribinos y pensemos en conjunto cómo convertir el cambio en una oportunidad.

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La inteligencia artificial dejó de ser un tema exclusivo de especialistas para formar parte del día a día del trabajo del conocimiento. Pero más allá del hype, hay una pregunta que todavía no tiene respuesta definitiva: ¿cómo impacta realmente la IA en la dinámica de los equipos humanos?

Escrito por Marcela Boragina

 

Un estudio reciente de Harvard Business School y Procter & Gamble aporta evidencia concreta para empezar a pensar esa respuesta. En un experimento con más de 700 profesionales, se compararon distintas formas de encarar un mismo desafío de innovación: de forma individual, en equipos, con IA y sin IA. Lo que encontraron no es una conclusión cerrada, pero sí un dato clave para las organizaciones: la IA generativa no solo mejora el rendimiento individual, sino que empieza a cumplir funciones que hasta ahora considerábamos exclusivamente humanas.

Sobre el experimento

Durante una jornada intensiva, profesionales de áreas técnicas y comerciales participaron de un experimento de campo que los desafió a resolver problemas reales del día a día. La tarea fue sencilla: proponer ideas de nuevos productos a desarrollar.

El diseño fue simple pero revelador: algunas personas trabajaron solas, otras en duplas interdisciplinarias; algunas con IA generativa, otras sin. El objetivo era evaluar cómo cambia la dinámica de colaboración, la calidad de las soluciones y la experiencia emocional del trabajo cuando se incorpora una IA como apoyo. Las condiciones fueron controladas, pero el contexto era real: los desafíos propuestos eran parte de las necesidades concretas del negocio.

Pensar con IA puede ser tan efectivo como pensar con otro humano

Una de las premisas clásicas del trabajo en equipo es que dos cabezas piensan mejor que una. Sin embargo, uno de los hallazgos más contundentes del estudio fue que las personas que trabajaron solas con IA generativa produjeron soluciones de calidad equivalente —y en menor tiempo— que aquellas generadas por duplas humanas sin IA. La IA no sólo ayudó a organizar ideas, sino también a expandirlas, diversificarlas y darles estructura en función de los objetivos del desafío.

Esto no significa que el trabajo colectivo pierda sentido. Pero sí nos obliga a revisar qué entendemos por colaboración. ¿Es compartir un espacio? ¿Intercambiar ideas? ¿Resolver en conjunto lo que no se puede resolver en soledad? ¿Y qué pasa si una IA puede aportar también en ese proceso?

El valor del equipo no está en su número, sino en su diseño. Y si una IA puede actuar como una extensión que aporta, desafía y acompaña, tal vez el rendimiento ya no dependa de cuántas personas estén sentadas en la mesa, sino de cómo se construyen los vínculos de pensamiento entre quienes participan —sean humanos o no.

Integración de saberes, mejores propuestas

Otro dato revelador fue cómo la IA modificó el tipo de ideas generadas según el perfil de los participantes. Sin IA, los profesionales de áreas técnicas propusieron soluciones más técnicas pero con poca viabilidad de mercado; mientras que los perfiles comerciales, soluciones más orientadas al mercado pero con poca viabilidad técnica (algo esperable en ambos extremos). Sin embargo, al introducir IA, esa distinción se diluyó: las ideas se volvieron más híbridas, combinando elementos técnicos, comerciales y de experiencia con mayor naturalidad.

En este sentido, la IA no reemplazó la expertise, pero sí habilitó una forma distinta de pensar: menos sectorizada, más transversal. Actuó como un mediador invisible que ayuda a integrar saberes, sin necesidad de que quienes colaboran hablen “el mismo idioma”. En un contexto donde muchas organizaciones todavía luchan contra estructuras en silo, esto representa una oportunidad para ensayar nuevas formas de cruce y complementariedad.

En otras palabras: la IA puede funcionar como un facilitador del pensamiento transversal, incluso en equipos que no comparten un mismo lenguaje profesional. Un dato especialmente relevante para organizaciones que hoy están buscando reducir silos y fomentar nuevas formas de colaboración.

Mejores resultados, menos frustración

El tercer eje, y quizás el menos esperado, tiene que ver con la experiencia emocional en el trabajo. El estudio incorporó métricas subjetivas (auto-percepción de la experiencia) que muestran que quienes trabajaron con IA se sintieron menos frustrados, más entusiasmadas y más confiadas en sus ideas. Incluso por encima de quienes trabajaron en equipos humanos sin IA.

En un contexto donde el bienestar laboral es un factor estratégico, este no es un dato menor. Entender que la IA puede funcionar como un sostén cognitivo y emocional —ayudando a estructurar ideas, resolver bloqueos o validar intuiciones— amplía su valor mucho más allá de la productividad. Trabajar con IA, en muchos casos, puede sentirse menos solitario que trabajar en soledad.

Una pregunta que vale la pena hacerse

Si bien el estudio no afirma que la IA sea mejor que un equipo humano ni pretende plantear una fórmula universal, sí demuestra que es posible pensarla como parte activa de los procesos de trabajo, no solo como una herramienta técnica o un recurso puntual.

Su impacto, entonces, no es solo tecnológico. Es organizacional, cultural y emocional. Tiene que ver con cómo diseñamos los equipos, cómo redistribuimos el conocimiento, cómo entrenamos nuevas habilidades, y cómo acompañamos a las personas en la integración de tecnologías que no solo hacen, sino que piensan.

¿Estamos dispuestos a revisar nuestras prácticas de trabajo a la luz de estas nuevas posibilidades? ¿Qué roles queremos que cumpla la IA? ¿Qué lugar le damos en nuestras decisiones, nuestras conversaciones y nuestras formas de crear valor?

En ABCOM creemos que la tecnología no define por sí sola el rumbo. Lo define el modo en que se integra, se comunica y se pone en relación con las personas. Por eso, acompañamos a organizaciones que eligen preguntarse para qué usan la IA, cómo la conectan con su cultura, y qué conversaciones necesitan habilitar para hacerlo con criterio.

👉 ¿Estás explorando el uso de IA en tu organización? ¿Querés pensar cómo integrarla a tu forma de trabajar sin perder lo que te hace único? Podemos ayudarte a diseñar procesos, conversaciones y estrategias de comunicación que acompañen esa transición con sentido. Escribinos y lo pensamos juntos.

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En un entorno donde la tecnología redefine la forma en que trabajamos, la capacidad de una empresa para adoptar nuevas herramientas digitales no depende únicamente de su infraestructura, sino también de su mindset digital. En Argentina, este desafío se intensifica debido a particularidades económicas y culturales que influyen significativamente en la predisposición al cambio. ¿Qué tan preparados están los equipos para incorporar tecnologías complejas en su operación diaria? ¿Existe una visión estratégica clara sobre la tecnología? ¿Los procesos facilitan o bloquean la transformación operativa?

Por Martín González Frígoli

 

Las barreras invisibles 

Muchas organizaciones suelen enfocarse en adquirir tecnología de punta sin evaluar si su cultura y procesos están preparados para integrarla. Entre los principales obstáculos, observamos

  • Resistencia al cambio: el 70% de las iniciativas de transformación digital fracasan debido a la resistencia de los equipos (McKinsey, 2023). En Argentina, donde el cambio suele asociarse a incertidumbre económica, este fenómeno se intensifica.
  • Falta de alineación estratégica: Muchas empresas adoptan herramientas sin una visión clara de cómo estas contribuirán a sus objetivos de negocio. 
  • Déficit de formación y habilidades digitales: La falta de capacitación genera que las herramientas sean subutilizadas o mal implementadas, afectando la productividad y generando frustración en los equipos.
  • “Legacy”, o procesos obsoletos que bloquean la adopción tecnológica: No se trata solo de introducir herramientas digitales, sino de garantizar que los procesos internos permitan su uso eficiente.

El avance de la tecnologías demanda mayor importancia de la personas y equipos de trabajo quienes finalmente son quienes las adoptan, las hacen parte de su cotidiano y las incorporan en el adn cultural de la organización. Para superar estos desafíos, es clave anticiparse a través de la medición y comprensión del Mindset Digital de la organización antes de implementar cualquier solución tecnológica.

El Pulso de Mindset Digital como solución estratégica

Así como el diagnóstico en comunicación y cultura permite identificar aspectos claves sobre la identidad de una organización y cómo se proyecta hacia afuera, el Pulso de Mindset Digital es una metodología ágil que permite a las empresas diagnosticar su nivel de preparación para la adopción tecnológica. Se basa en el análisis de cuatro dimensiones interconectadas que determinan la capacidad real de una organización para integrar nuevas herramientas digitales o procesos que impliquen una nueva forma de operar:

1. Negocio: La visión estratégica de la digitalización

El primer paso es entender si la empresa cuenta con una estrategia clara de transformación digital. ¿Las inversiones en tecnología responden a un plan concreto? ¿La digitalización mejora la experiencia del cliente o los procesos internos? ¿Los líderes impulsan activamente una visión digital?

2. La preparación y predisposición de los colaboradores

La adopción tecnológica no depende solo de las herramientas, sino de quienes las utilizan. En esta dimensión, analizamos el nivel de conocimiento de las personas sobre la estrategia digital y sus principales habilidades: ¿Los equipos están preparados para manejar nuevas tecnologías? ¿Existe resistencia o una mentalidad abierta a la innovación? ¿Las herramientas favorecen la comunicación y el trabajo en equipo?

Sabemos que las empresas con equipos poco preparados enfrentan mayores dificultades en la adopción, generando costos adicionales en capacitación o incluso abandono de las herramientas adquiridas.

3. Procesos: La estructura organizativa y operativa

No basta con que los equipos estén preparados; los procesos deben facilitar la integración de nuevas tecnologías. En este cuadrante, nos concentramos en la flexibilidad y escalabilidad de los procesos actuales, si ya se están digitalizando tareas repetitivas o burocráticas para mejorar la productividad, y si existen planes para acompañar la transición digital en la organización con un plan de manejo del cambio.

Cuando los procesos son rígidos o están mal diseñados, la implementación tecnológica se convierte en una fuente de problemas en lugar de una solución.

4. Herramientas: usabilidad y alineación tecnológica

La última dimensión del análisis se centra en evaluar si las herramientas digitales disponibles cumplen con las necesidades reales del negocio y los equipos. Nos enfocamos en entender si la tecnología elegida responde a un problema concreto y, fundamentalmente, si esas herramientas conviven en un ecosistema digital coherente con procesos que las acompañen adecuadamente para alcanzar ciertos objetivos.

Conectar puntos para potenciar la acción

El Pulso de Mindset Digital no evalúa estos factores de forma aislada, sino como un sistema interdependiente. No se trata de un proceso largo o complejo, sino de una radiografía ágil que permite tomar decisiones informadas en poco tiempo a partir del reconocimiento de información clave para el desarrollo del negocio y así evitar o mitigar el impacto negativo en los siguientes escenarios: 

  • Si el negocio no tiene una estrategia clara, las herramientas se implementarán sin un propósito definido.
  • Si los equipos no están preparados, aunque haya una visión digital clara, la adopción será lenta y con resistencia.
  • Si los procesos son rígidos, la digitalización chocará con estructuras que no permiten su integración eficiente.
  • Si las herramientas no son adecuadas, la inversión en formación y procesos será en vano.

El diagnóstico permite visualizar estos vínculos y detectar los puntos de mejora en cada área para garantizar una transformación digital exitosa.

 

¿Qué empresas pueden beneficiarse de este diagnóstico?

Este pulso es clave para cualquier organización que busque mejorar su adopción tecnológica y optimizar su operación. Especialmente útil para:

  • Empresas en proceso de transformación digital, que quieren evitar fricciones en la adopción de nuevas herramientas.
  • Organizaciones con equipos híbridos o distribuidos, donde la comunicación y la eficiencia dependen de plataformas digitales.
  • Negocios que buscan automatizar procesos sin generar resistencia interna o caos organizacional.
  • Empresas con alta rotación o crecimiento acelerado, donde es clave que el onboarding digital sea efectivo.

En Argentina, sectores como el fintech han liderado la digitalización con modelos de negocio 100% digitales, mientras que industrias más tradicionales como el retail y la manufactura están acelerando la adopción de herramientas tecnológicas para mejorar la eficiencia operativa. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas depende de cuán preparados están los equipos para incorporarlas en su día a día.

 

Diagnóstico tradicional vs. Pulso de Mindset Digital

En ABCOM somos expertos en diagnósticos de comunicación y cultura y, como nuestros clientes, sabemos que son fundamentales para evaluar el clima laboral, la alineación con la estrategia general de la empresa y la efectividad de los mensajes internos. Sin embargo, este tipo de estudio suele centrarse en la dinámica interna y no siempre considera la capacidad de la organización para integrar nuevas tecnologías y procesos digitales.

El Pulso de Mindset Digital complementa estos diagnósticos al enfocarse específicamente en la predisposición y capacidad de los equipos para adoptar herramientas digitales, garantizando que la transformación digital no solo se diseñe, sino que se implemente reduciendo al máximo el margen de error.

Las organizaciones que combinan ambos análisis tienen una visión 360° sobre su cultura y operación: mientras que el diagnóstico tradicional permite entender el estado actual de la cultura y la comunicación, el Pulso de Mindset Digital revela qué tan preparadas están para el futuro y qué pasos deben tomar para garantizar una adopción tecnológica efectiva.

Con encuestas, focus groups y análisis de datos concretos, construimos un perfil organizacional que permite clasificar a la empresa en un estadio de madurez digital y definir un plan de acción a medida.

 

De la evaluación a la acción

Muchas organizaciones en Argentina y la región ya han iniciado su camino hacia la digitalización, pero pocas lo han hecho con una visión integral que contemple todos los factores clave. El Pulso de Mindset Digital es una herramienta estratégica para entender el estado actual de la organización y definir un plan de acción realista y eficiente.

En ABCOM sabemos que las empresas necesitan respuestas ágiles y accionables. Por eso, ofrecemos un proceso de diagnóstico rápido, basado en datos concretos y metodologías probadas en más de 100 clientes de Argentina y la región, que permite tomar decisiones informadas y acelerar la transformación digital sin interrumpir la operación diaria.

Si tu organización quiere avanzar en su digitalización con un enfoque estratégico, el Pulso de Mindset Digital es el primer paso. 

En un contexto donde las decisiones rápidas y la eficiencia operativa son fundamentales, la evolución de la inteligencia artificial nos lleva a pensar (una vez más) cómo están cambiando las reglas del juego y qué deben hacer las organizaciones para maximizar las oportunidades que se presentan. Junto con Álvaro Liuzzi, consultor e investigador en medios digitales especializado en Inteligencia Artificial y partner estratégico de ABCOM, analizamos el rol de los asistentes y agentes de inteligencia artificial en la transformación operativa de las organizaciones.

Por Marcela Boragina y Álvaro Liuzzi

 

La inteligencia artificial ya no es una promesa futura, sino una herramienta concreta que está redefiniendo la forma en que trabajamos, interactuamos y tomamos decisiones. Sin embargo, el verdadero salto evolutivo no está solo en el uso de IA generativa, sino en la capacidad de crear asistentes y agentes personalizados de inteligencia artificial que se adapten a las necesidades específicas de cada organización.

Como ocurre con toda tecnología, su consolidación lleva tiempo. Pensemos en el iPhone: surgió en 2007, pero no fue hasta 2008, con la llegada de la App Store (con 500 aplicaciones disponibles), que redefinió la manera en que la gente trabaja, juega, se conoce, viaja y muchas cosas más. En esta misma línea, los asistentes y agentes de inteligencia artificial marcan el umbral de una nueva era ya que permiten crear flujos de trabajo más precisos, dinámicos y autónomos. Al consolidar una estructura operativa basada en esta tecnología, las empresas pueden enfocarse en lo estratégico para desbloquear su verdadero potencial humano. Sin embargo, para garantizar una transición sin sobresaltos, las organizaciones deben analizar en profundidad sus procesos, identificar tareas clave que puedan automatizarse y establecer un objetivo claro para su desarrollo.

 

Agentes vs. Asistentes de IA: diferencias y capacidades

Los asistentes de IA actúan como un apoyo para los equipos, ayudando en tareas específicas como la gestión de información, la automatización de respuestas o la optimización de procesos. Son 100% personalizables y se integran en los flujos de trabajo existentes de una organización.

Por su parte, el verdadero diferencial de los agentes de IA radica en su autonomía. Mientras que las aplicaciones tradicionales, como las IA generativas, necesitan ser guiadas por el usuario para cada tarea específica, los agentes operan bajo un objetivo definido y pueden tomar decisiones en tiempo real sin supervisión constante. Esta capacidad de aprender, adaptarse y resolver problemas por su cuenta les permite no solo automatizar tareas repetitivas, sino también gestionar flujos de trabajo complejos. Es decir, no estamos hablando sólo de eficiencia, sino de herramientas que transforman completamente la manera en que operan las organizaciones, liberando tiempo para que las personas se enfoquen en actividades estratégicas y creativas​​.

El mayor potencial de esta tecnología está en la sinergia entre ambas herramientas. Los agentes de IA, aunque prometen una mayor autonomía y capacidad de aprendizaje, aún están en desarrollo y requieren una infraestructura sólida para su implementación efectiva. Sin embargo, los asistentes de IA ya pueden integrarse en procesos de trabajo consolidados para optimizarlos, mejorar la eficiencia y preparar el camino hacia una automatización más avanzada.

 

Aplicaciones estratégicas de IA en comunicación organizacional

 

1. Procesamiento y análisis de datos para una planificación estratégica más efectiva

Un asistente de IA puede analizar métricas clave (como el alcance de publicaciones, la tasa de apertura de emails, o las interacciones en plataformas internas), y generar reportes automáticos con insights accionables como puede ser sugerir los mejores horarios para enviar newsletters, recomendar formatos de contenido más efectivos o identificar qué temas generan mayor interés entre los colaboradores.  Esto permite a las áreas de comunicación planificar campañas a largo plazo con mayor precisión, garantizando mejores resultados.

 

2. Identificación y planificación de tareas para alcanzar un objetivo.

La IA puede desglosar proyectos complejos en pasos claros y ordenados, facilitando la visibilidad de un proyecto en su conjunto y su ejecución, la organización del trabajo y la definición de roles y tareas. Por ejemplo, al implementar un programa de reconocimiento interno, un agente de IA puede generar un plan de acción detallado, sistematizando la información, tareas y roles necesarios para cumplir con cada una de las etapas de forma efectiva.

 

3. Promoción de la diversidad y la inclusión mediante la personalización de mensajes

La IA es una aliada clave en la creación de mensajes inclusivos y accesibles para toda la organización. Por ejemplo, analizando el tono y la claridad de los mensajes internos antes de su envío y sugiriendo ajustes para hacerlos más inclusivos y efectivos; generando descripciones de imágenes automáticamente o identificando y corrigiendo posibles sesgos en la comunicación. De esta manera, se garantiza que la información circule sin barreras y que todos los colaboradores se sientan representados. 

 

Personalización de asistentes de IA: un primer paso hacia el futuro

Es difícil trazar un horizonte claro a cinco años en un contexto tan dinámico como el de la inteligencia artificial, pero lo que es seguro es que los agentes de IA tendrán un papel central en la transformación del trabajo y las organizaciones. En el futuro cercano, no solo serán herramientas funcionales, sino aliados estratégicos capaces de entender el contexto, anticiparse a las necesidades de los equipos y resolver problemas con una autonomía sin precedentes.

Este tipo de agentes están evolucionando hacia sistemas altamente personalizados que, más allá de ejecutar tareas concretas, les permitirá ser utilizados como impulsores de transformación en áreas clave: desde la optimización de procesos hasta el soporte en la toma de decisiones y la creación de flujos de trabajo más ágiles y eficientes. Además, su capacidad para democratizar el acceso a tecnologías avanzadas ayudará a que organizaciones de cualquier tamaño o nivel de recursos puedan implementar soluciones complejas para mantenerse competitivas en un entorno cada vez más exigente.

Los avances que presenciamos hoy dejan claro que, para muchas organizaciones, no comenzar a desarrollar estas capacidades en la actualidad podría significar quedar rezagadas frente a un panorama que avanza con rapidez. Este es el momento para que las organizaciones tomen la iniciativa: mapear sus procesos clave, formar equipos capacitados y desarrollar una visión estratégica que integre el mediano y largo plazo serán aspectos fundamentales. Las decisiones y acciones que se emprendan hoy serán determinantes para enfrentar los desafíos que plantea un entorno en constante cambio.

Y si bien los agentes de inteligencia artificial prometen un alto grado de autonomía y toma de decisiones, aún están en evolución y requieren condiciones operativas más avanzadas para su implementación efectiva. En cambio, los asistentes de IA personalizados ya pueden integrarse hoy en las organizaciones, permitiendo automatizar tareas repetitivas y mejorar la productividad de los equipos, recolectar y analizar datos para tomar mejores decisiones, y facilitar la transición hacia soluciones de IA más avanzadas a mediano plazo en una posición mucho más sólida.

 

Estrategia y planificación: claves para implementar tecnologías inteligentes en tu organización

La adopción de soluciones de IA no es solo una cuestión de implementación técnica, sino un proceso que requiere una alineación estratégica con los objetivos del negocio y un fuerte enfoque en la capacitación de los equipos.

Si bien el desarrollo y la implementación de agentes de IA no es necesariamente compleja, de hecho será cada vez más simple, lo primero es entender que no se trata de integrar tecnología per se, sino de alinear su diseño con las necesidades reales de la organización. En esta línea, las empresas deben:

  1. Analizar en profundidad sus procesos. 
  2. Identificar tareas clave que puedan automatizarse. 
  3. Establecer un objetivo claro para el uso de estas herramientas. 
  4. Preparar a los equipos, no solo en el uso de las herramientas, sino también en su monitoreo y mantenimiento. La confianza en la IA no se construye solo con tecnología, sino con personas capacitadas que sepan trabajar con ella. 

También es clave considerar aspectos éticos y de gobernanza, sobre todo en lo relacionado con el manejo de datos y la toma de decisiones autónomas por parte de los agentes. Con estos pilares bien definidos, la implementación puede convertirse en un catalizador para la innovación operativa transversal​​ dentro de las áreas de una organización.

 

Programa de Formación y Aceleración de proyectos con IA 

Desde Engageme @ ABCOM creemos que ninguna adopción de tecnología puede ser efectiva si no se trabaja desde la cultura, desde adentro hacia afuera. Es por eso que, junto con Álvaro Liuzzi, diseñamos un Programa de Aceleración Organizacional orientado a guiar a las organizaciones a identificar oportunidades de automatización, mapear procesos clave y crear asistentes de IA personalizados y  adaptados a sus dinámicas operativas.

El objetivo de esta experiencia es fomentar un espacio colaborativo donde los equipos puedan intercambiar ideas, construir una visión compartida sobre el impacto de la IA en su día a día y sentar las bases para una transformación operativa sostenible que les permita  familiarizarse con estas herramientas y mejorar su productividad sin alterar radicalmente su operación actual.

Si te interesa llevar tus procesos al próximo nivel, contactanos para coordinar una reunión y explorar juntos cómo podemos acompañarte en este camino.

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¿Por qué tantas personas siguen sintiéndose desconectadas o al límite del burnout si las empresas integran cada vez más herramientas tecnológicas? La respuesta no está en el software ni en la infraestructura, sino en diseñar una estrategia de manejo del cambio que permita integrar estas tecnologías de manera efectiva: se necesita una cultura que impulse y sostenga el vínculo con las tecnologías.
En este artículo, exploraremos cómo un adecuado manejo del cambio puede transformar la tecnología en un verdadero facilitador de la experiencia laboral. Además, brindaremos claves prácticas para afrontar estos procesos y construir equipos más conectados, motivados y ágiles.

Por Marcela Boragina

Coordinadora ENGAGEME @ ABCOM
Storytelling & Content Strategist | Organizational Change Management
Profesora Universitaria (UNLP, UNLZ)

Tecnología sin soporte cultural: un mal recurrente

Aunque el 74% de las empresas afirma que la tecnología digital mejora la satisfacción de los empleados (Deloitte, 2023), este efecto suele ser breve si no hay una cultura organizacional sólida que lo respalde. La falta de manejo del cambio en estos procesos convierte a las herramientas en una carga más que en un recurso útil. ¿El resultado? Equipos que utilizan las tecnologías sin entender cómo contribuyen a su propósito dentro de la organización.

En muchos casos, la implementación de tecnología no genera un impacto real en el bienestar ni en la eficiencia de los equipos, más allá de los «resultados de negocio». Esto ocurre porque, sin una estrategia clara de manejo del cambio, las herramientas se implementan más por obligación que por compromiso. Este enfoque deriva en una falta de awareness o conciencia sobre el valor de la participación activa de cada una de las personas en el uso de tecnologías, así como en una ausencia de mindset digital que conecte las herramientas con el crecimiento personal y organizacional.

Es aquí donde el manejo del cambio centrado en la cultura se vuelve imprescindible. La transformación real empieza cuando cada persona comprende no solo cómo usar las herramientas, sino cómo estas mejoran su experiencia laboral y contribuyen a sus metas profesionales. Una cultura digital sólida, respaldada por un efectivo manejo del cambio, promueve la innovación, refuerza la colaboración y convierte a la tecnología en un facilitador, no en un obstáculo.

5 claves para un presente más simple y un futuro más ágil

Desde ENGAGEME trabajamos para que las herramientas tecnológicas sean más que funcionales: se conviertan en ventajas competitivas sostenibles para los equipos. Nuestro enfoque de manejo del cambio no se limita a entrenar en tecnología, sino al diseño de estrategias que acompañen a cada organización a la transición desde la cultura organizacional, asegurando resultados tangibles.

 

A continuación, presentamos cinco claves fundamentales para trabajar adopciones de tecnología ágiles y comprometidas:

  1. Generar conciencia del cambio

    El primer paso en toda estrategia de manejo del cambio es desarrollar una comprensión clara del impacto de la tecnología en la experiencia laboral. Las personas necesitan entender no solo el «cómo» y el «qué» de las herramientas, sino también el «por qué», destacando el valor de su rol en el éxito colectivo.

  2. Impulsar el deseo y la necesidad de cambio

    El manejo del cambio debe enfocarse en transformar la percepción de la tecnología de una carga a una ventaja. Esto se logra al demostrar cómo estas herramientas simplifican tareas y mejoran la vida profesional de los equipos.

  3. Facilitar el conocimiento sobre cómo cambiar

    Las capacitaciones efectivas en el marco del manejo del cambio van más allá de lo técnico, mostrando cómo cada herramienta impacta en los objetivos personales y colectivos. Este enfoque promueve un aprendizaje significativo alineado con las metas del equipo.

  4. Desarrollar habilidades con práctica real

    Crear espacios seguros para probar las herramientas tecnológicas es un pilar fundamental del manejo del cambio. Las simulaciones y sesiones de testeo permiten a los equipos ganar confianza y reducir la resistencia a nuevas implementaciones.

  5. Sostener y reforzar el cambio

    El manejo del cambio no es un evento puntual, sino un proceso continuo. Reuniones de feedback, reconocimiento de logros y ajustes constantes son esenciales para consolidar las nuevas prácticas y garantizar que las tecnologías sean adoptadas de manera sostenible.