Ni buenas ni malas noticias o la importancia de definir el foco

Dos formas diferentes de empezar el día

Es lunes, son cerca de las 9 de la mañana y estás llegando a la puerta del edificio. Ingresás, te acercás al único ascensor que sube hasta el piso donde trabajás y cuando intentás llamarlo, no responde. Levantás la vista y leés la irrefutable sentencia: “En reparación”. Definitivamente, no es la mejor forma de empezar la semana.

Ahora bien, si el viernes hubieras recibido la gran noticia de que en tu compañía comenzaban las obras para renovar el cincuentenario artefacto, que dicho sea de paso se detenía cada dos por tres a mitad de camino por “problemas técnicos”, tu sensación hubiera sido otra, ¿cierto?

Muchas veces, aquello que desde un punto de vista es el peor de los males puede capitalizarse como una práctica positiva. Subir por las escaleras cinco pisos puede ser una experiencia devastadora, o bien, una oportunidad para poner en práctica una conducta saludable dentro de tu compañía. La clave es definir de antemano el foco de los mensajes que circulan en tu organización. Hacerlos responder a una estrategia clara y definida. De eso se trata la gestión de la comunicación interna.

No da lo mismo comunicar a como dé lugar. Más aún, si no definimos el foco de las noticias que pueden parecer buenas en sí mismas, corremos el riesgo de desperdiciar el potencial de oportunidades únicas para fomentar la integración, reforzar la cultura organizacional y apuntalar nuestros objetivos de negocio. Hasta el mejor de los programas de beneficios puede tener una percepción negativa si no se sostiene en una estrategia de comunicación efectiva.

Para llegar a buen puerto no nos podemos confiar en la dirección del viento. Hay que agarrar el timón y fundamentalmente tener en claro cuál queremos que sea nuestro punto de llegada.

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